Radio Cadena Mi Gente 700AM

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11 de septiembre del 2008

Por William Osmar Chamagua

La Iglesia de los Seis Millones

Radio Cadena Mi Gente, AM 700

www.radiocadenamigente.blogspot.com

Es interesante como en este camino que el día de hoy caminamos juntos, nos encontramos una vez mas con lo duro y difícil que es el aprendizaje, especialmente cuando esto implica aceptar el tipo de sociedad en la cual vivimos, al mismo tiempo que tratamos de hegemonizar nuestras ideas para decidir hacia donde nos dirigimos.

Es una realidad que no podemos ignorar, nuestra historia reciente, es terrible, horrorosa, en ella están los genocidios, es decir los asesinatos de miles y miles de nuestros hermanos y hermanas, temas que demandan una total atención de nuestra parte, junto con la inteligencia analítica de nuestro pueblo.

De acuerdo al diccionario wikipedia.com “La justicia es la concepción que cada época y civilización tienen acerca del bien común. Es un valor determinado por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones“.

Dentro de todo este marco encontramos la política y la religión, cuyos pensamientos é ideas son definidos por intereses individuales, y colectivos. En lo personal soy de la opinión que la política y la religión están obligadas a caminar de la mano, especialmente en la consecución de la justicia como un valor común é ideal para la obtención de la paz en la vida de todo ser humano.

La sociedad salvadoreña no está inmune a ninguna de estas cosas, la injusticia a sido perpetrada a puño limpio é indiscriminado en contra de todo el pueblo. Hemos sido víctimas y testigos de graves atropellos a nuestra dignidad por el simple hecho de haber dicho lo que pensábamos y sentíamos en carne propia. Ante lo cual, es innegable que el día de hoy como personas y como pueblo la justicia aún brilla por su ausencia.

Con todo esto es necesario que visualicemos la coyuntura histórica en la cual vivimos por el momento, y que nos tomemos además el tiempo necesario para analizar y garantizar dicha justicia.

La misma palabra de Dios, en el libro de Eclesiastés, capítulo 3 verso 1 en adelante nos dice:

1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:

2 Como nación hemos nacido y hemos muerto, hemos tenido tiempo para plantar y tiempo para arrancar lo plantado,

3 hemos tenido tiempo para matar y hemos tenido tiempo para curar, hemos tenido tiempo para destruir y tiempo para edificar,

4 tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,

5 tiempos de esparcir piedras y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar,

6 tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar,

7 tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar,

8 tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra, y tiempo de paz.

El día de hoy nuestra nación se encuentra una vez mas en medio de todos esos tiempos, pero por encima de todo, nuestra nación se encuentra hoy soportando la cola de todos los vientos huracanados de nuestra historia.

Por supuesto que al esperar que mengüen estos horrorosos vientos, y que pase toda esta miserable oscuridad y con ella se vaya el reinado de los viejos oligarcas, nada de eso implica que debemos callar, ni mucho menos que momias salidas de las catacumbas se presenten osadamente bajo la luz de nuestro sol, batiendo en nuestra contra sus petates de muertos, asquerosos y nauseabundos, patéticos entes del mal, para continuar reinando a base del miedo.

Es obvio que estas momias ya no están interesadas en mantener el poder para seguir robando, nuestras arcas están vacías, quieren mas bien mantener el poder para continuar ocultando la inmensa podredumbre que ellos mismos construyeron para someternos y manipularnos. El solamente pensar vivir bajo un gobierno de la oposición trae pánico a estas momias ya que saldrían a la luz pública cosas que ni siquiera imaginamos.

Es por esto que en momentos como estos nuestros actores en el campo de la política como Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén necesitarán del concurso internacional, del apoyo masivo de la población, y sobretodo tiempo para propiciar un Nuevo orden de Justicia en todos los campos del quehacer nacional.
Por consiguiente, corramos la carrera que tenemos por delante con sabiduría, escuchándolo todo, reteniendo lo bueno y desechando lo malo. Es entendible que el pueblo está cansado, harto, habido de justicia, pero con todo eso, aún no hemos llegado, todavía tenemos terreno que conquistar, tierra que recorrer.

Tengamos paciencia, amémonos de corazón, no de labios ni de oídos. La hora del cambio ya viene, y la hora de la justicia esta por llegar. Recordemos que no por mucho madrugar amanece más temprano. Demos siempre honor a la verdad, aunque esta tenga que ver con nuestra propia casa.

Recordemos que mas vale un cambio edificado sobre la verdad, que un cambio edificado sobre la mentira. No cometamos los mismos errores de los malhechores de siempre, ya que antes de ser honestos con los demás es necesario que aprendamos a ser honestos con nosotros mismos.

Recordemos también que la justicia real y verdadera viene de Dios y no de los hombres. Éxodo 6:6 nos dice:
“Por tanto, dirás a los hijos de Israel: “Yo soy Jehová. Yo os sacaré de debajo de las pesadas tareas de Egipto, os libraré de su servidumbre y os redimiré con brazo extendido y con gran justicia“.

Deuteronomio 9:6 nos dice:

“Por tanto, has de saber que Jehová, tu Dios, no te da en posesión esta buena tierra por tu justicia, porque pueblo terco eres tú”.

Es decir que como seres humanos somos tercos, y la justicia eventualmente llegará a nosotros, no por voluntad humana, sino más bien por voluntad divina. No nos equivoquemos, no seamos sabios en nuestra propia opinión, y recordemos finalmente que la justicia y la bendición solamente llegarán a nosotros cuando entendamos las palabras encontradas en II de Crónicas 7:14...

“Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”.

En entonces, y solamente entonces, cuando recibiremos como personas y como nación la tan anhelada justicia.



William Osmar Chamagua
Director General, Radio Cadena Mi Gente, AM 700
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